El artista reconoció que fueron 18 horas de arduo trabajo, pero que disfrutó mucho el momento ya que se trataba de un ídolo de la música amazónica.
Además Hector Julca Idrogo dijo que como si se tratara de un presagio, inmortalizó en la piel de Tulín una imagen suya tocando su guitarra en las puertas del cielo.