
“Mi gente me considera fuerte, pero yo me siento abrumada”, confiesa Rosa López, coordinadora de Trasplante de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Guillermo Almenara y vicepresidenta de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva.
Son las dos de la tarde del jueves 21 y dicho nosocomio está colapsado. “Tengo 53 camas, no puedo aumentar una más porque me falta personal. Hay más de cincuenta pacientes que requieren una y solo tengo una disponible”, lamenta.
Esta semana, los hospitales de Lima y Callao se quedaron sin espacio en sus UCI ante la galopante segunda ola del Covid-19. Y el Almenara no es la excepción. Al interior de sus pasillos se percibe el agotamiento físico y anímico de su personal, que lidia a diario con la muerte.
Es cierto que de acuerdo a la experiencia de otros países, era inminente un rebrote del virus, pero nadie previó que fuese tan acelerado. “Estamos en algo parecido a la primera ola, pero esta es más monstruosa”, sostiene la intensivista López.
El viernes el vocero de EsSalud, Enrique Durand Alfaro, declaró a la prensa que en el Almenara las camas nunca estuvieron vacías. Es verdad. Sin embargo, recuerda López, entre el 13 de setiembre y el 7 de diciembre del año pasado, el hospital se tomó un respiro con la disminución de contagios.
Así se pudo atender a todos los infectados sin relegar a ninguno. A lo mucho, cuenta, los usuarios esperaban hasta 36 horas por una cama en esos días.
A partir del 8 de diciembre, la situación empeoró. “Se comenzaron a quedar fuera seis o diez pacientes”, recapitula López.
Actualmente, detalla, cada médico atiende entre 8 y 14 pacientes. “Estoy pensando qué hacer y no es que la institución no dé recursos económicos, sino que no hay personal suficiente”, explica.
En su área, puntualiza, laboran 36 intensivistas y cuentan con el apoyo de 42 médicos de otras especialidades, como anestesiólogos y cardiólogos. Pero no es suficiente.
¿Cuánto demora en liberarse una cama UCI por estos días?, se le pregunta. “Un paciente, si está intubado, en promedio, va a estar ahí 15 días. Algunos pueden estar menos, pero la mayoría se pasa ahí tres semanas”, refiere López.
Los anestesiólogos tampoco la pasan bien, según la doctora Yndira Oyola, debido a que al priorizarse a los infectados de coronavirus, las personas con otras enfermedades pasaron a segundo plano en sala de operaciones. “Cirugía de colon antes había dos veces por semana. Ahora es solo un turno”, refiere. Incluso, añade, tres de sus colegas apoyan a la UCI Covid-19 luego de terminar sus turnos.
López y Oyola, por eso, consideran que la única forma de contrarrestar al virus o, al menos, obtener una tregua, es con un confinamiento. “Quince días nos daría oxígeno y tener un flujo adecuado, porque estamos teniendo una o dos muertes por día”, afirma la coordinadora de UCI. “El confinamientos se hace necesario, porque estamos saturados, y no solo los pacientes, también los familiares”, coincide la anestesióloga.
Fuente: La República