Jessica Flores Dávila, madre de tres hijos y natural del distrito de Juan Guerra, se ha convertido en un ejemplo de perseverancia y vocación. A diario, recorre varios kilómetros para asistir a sus clases en el Instituto Tecnológico Hipólito Unanue de Tarapoto, donde estudia la carrera técnica de enfermería, con su bebé de un año en brazos.
Lejos de ver su maternidad como un obstáculo, Jessica ha encontrado la forma de compatibilizar su vida familiar con sus estudios. «Nunca es tarde para hacer una carrera«, afirma convencida. Con el apoyo de su esposo, quien la ayuda con las labores del hogar desde temprano, y de sus hijos mayores que también estudian por las mañanas, Jessica ha construido una rutina que le permite seguir adelante sin descuidar ninguna de sus responsabilidades.
La joven madre no está sola en esta travesía. Sus compañeros de clase la respaldan cargando a su pequeño cuando ella debe exponer o realizar trabajos en grupo. «El soporte emocional de mis padres, mi hermana, mi pareja y mis hijos ha sido fundamental«, comenta. Para ella, tener una carrera profesional es clave: «No eres nada en la vida si no tienes una carrera«, sentencia con convicción.
Su historia ha motivado también a otras jóvenes como Katty Milena Gaviria Mori, su compañera de aula, quien comparte una realidad similar. Katty, con aspiraciones de seguir más adelante la carrera de medicina humana, también lleva ocasionalmente a su hermanito al instituto. Cree firmemente que el esfuerzo presente le abrirá puertas hacia un futuro mejor. Ambas mujeres encarnan la lucha silenciosa y constante de muchas madres jóvenes que, pese a las dificultades, no renuncian a sus metas. Su presencia en el aula, con niños al lado y sueños en el corazón, es una lección de vida que inspira a toda una comunidad.